Los feudos Los señoríos más comunes eran denominados feudos. Durante la Edad Media, nueve familias trabajaban en un feudo para alimentarse a sí mismas y una décima familia. (Hoy en día, la proporción en los Estados Unidos es quizás de 100 a 1 en el sentido opuesto.) Un feudo típico era una gran casa o castillo rodeado de campos, cabañas, pastos y bosques. Los feudos eran autosuficientes. Los excedentes de productos se intercambiaban con otros feudos por productos más escasos. A medida que avanzaba la Edad Media y crecían los mercados de las ciudades, los feudos prefirieron especializarse al comprender que eran más eficientes produciendo sólo unos cuantos productos. Se especializaban en quesos, cerdos, vino, grano, hortalizas, etc. EL señor feudal ocupaba la casa o castillo con su familia, sirvientes y vasallos. Los vasallos solían ser caballeros y soldados profesionales encargados de defender a su señor y de cumplir con las obligaciones militares que éste les solicitara. Cuanto mayores eran los feudos, mayor número de vasallos incluían. La población de un feudo estaba formada principalmente por campesinos (que no eran nobles ni profesionales). La mano de obra de las granjas estaba constituida principalmente por siervos que pasaban la mitad de la semana labrando las tierras del señor a cambio de su protección. Cada familia de siervos tenía asignada parte de la tierra del señor para su propia subsistencia. Los siervos no eran esclavos, pero tampoco hombres libres. No podían casarse, cambiar de trabajo o dejar el feudo sin el permiso de su señor. Pero, a diferencia de los esclavos, tenían algunos derechos. Su posición era hereditaria, y no podían ser despojados de su trozo de tierra en tanto en que cumpliesen sus obligaciones. Aunque, a primera vista, la relación entre vasallos y señores parezca similar a la de siervos y señores, la diferencia era muy clara. Lo primero se trataba de un honorable contrato a cambio de proporcionar apoyo militar; lo segundo sólo implicaba un intercambio de trabajo manual. A medida que avanzaba la Edad Media, la tecnología agrícola fue cambiando paulatinamente la vida de los siervos. La producción de comida aumentaba y los excedentes se vendían, proporcionándoles dinero suficiente como para comprar su libertad. A finales del periodo, quedaban pocos siervos en el oeste de Europa.